Una vida de servicio y compromiso sindical: la historia de Myriam Solano González

Con 34 años de trayectoria en la Universidad Autónoma de Nuevo León, Myriam Solano González ha construido una vida entre las aulas y el trabajo sindical. Su historia refleja los retos de ser mujer en un espacio predominantemente masculino, pero también la fortaleza de quien supo aprovechar las oportunidades para crecer como docente, madre y dirigente sindical.

Entre la docencia y la familia

Originaria de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, Myriam inició como becaria y, poco después, fue invitada a dar clases. Desde 1991 es profesora de la facultad, y recuerda que en aquel momento la decisión estuvo marcada por un proyecto personal: formar una familia.

“Yo veía a mis maestras hablar de la cobertura maternal, del tiempo para convivir con la familia. Para mí era fundamental, porque creía que dedicaría menos tiempo al área profesional. Sin embargo, las prestaciones de la universidad me dieron la estabilidad para integrarme de lleno a la docencia”, comparte.

Con el tiempo descubrió beneficios que desconocía, como la canastilla maternal o las licencias de incapacidad, y aprendió a valorar aún más la institución.

Romper barreras en un espacio masculino

Los primeros años frente al aula no fueron fáciles. Myriam tenía apenas 20 años y sus alumnos eran casi de su edad. “Fue complicado al principio, sobre todo porque estaba en una facultad con mayoría de hombres. Ganar su respeto no fue sencillo, pero con la experiencia descubrí que la docencia me apasionaba”, recuerda.

Ese desafío se convirtió en aprendizaje: “Ser mujer sí me condicionó, me obligó a ser resiliente. En mi época había resistencia a que las mujeres ocuparan ciertos espacios, especialmente en puestos de jerarquía. Hoy hay más mujeres, pero aún queda camino por recorrer”.

Primeros pasos en el sindicato

Su ingreso al sindicato llegó en el periodo 2015-2018, cuando fue invitada a ocupar la Secretaría de Actas. Aunque reconoce que en aquel momento se hablaba de “cubrir una cuota de género”, esa oportunidad la acercó de lleno al trabajo sindical.

“Fue un puesto que me permitió conocer los estatutos, el contrato colectivo y la Ley Federal del Trabajo. Tuve como guías a Pedro Castellanos y Alfredo Oyervides, quienes fueron tutores para mí y me enseñaron a manejar la documentación sindical”, explica.

Aprendizaje y fraternidad

Para Myriam, el sindicato es un espacio de constante crecimiento. Haber vivido la reforma laboral y participar en la legitimación del contrato colectivo le permitió ampliar su visión sobre el mundo laboral universitario.

“Estos años han sido de mucho aprendizaje. Hemos tenido tres revisiones contractuales y dos cambios de comité ejecutivo. Lo más valioso ha sido la fraternidad entre compañeros y la capacidad de trabajar en equipo. Los resultados obtenidos quedarán en la historia sindical”, afirma.

Visión del sindicato y compromiso personal

Convencida de que la colectividad es la esencia del STUANL, Myriam subraya la importancia de la participación activa de cada trabajador: “El sindicato es solidaridad. Tenemos que apoyarnos entre compañeros y aportar ideas. Muchas veces de esas ideas nacen beneficios que se convierten en parte del contrato colectivo”.

Desde la Secretaría de Finanzas, asegura que su compromiso es dejar un camino mejor: “Me gustaría que quien venga después pueda decir: voy a mejorar lo que ella hizo”.

Un mensaje a las y los trabajadores universitarios

Como reflexión final, Myriam invita a sus compañeros a conocer y apropiarse del contrato colectivo: “Cada revisión es una oportunidad de participar. Que no lo vean como un trámite lejano: es la fiesta del trabajador universitario, donde se construyen los beneficios que hoy disfrutamos. Nuestro deber es seguir construyendo para quienes vienen después”.