
Los desafíos del sindicalismo universitario en el contexto actual
El sindicalismo universitario atraviesa una etapa compleja, marcada por tensiones estructurales, presiones presupuestales, cambios tecnológicos acelerados y nuevas formas de organización del trabajo. Aunque las universidades públicas siguen siendo motores de conocimiento y justicia social, en muchos países —incluido México— enfrentan recortes, burocratización, precarización del empleo y discursos que cuestionan su papel social.

En este entorno, el sindicalismo universitario tiene el enorme reto de no sólo defender las condiciones laborales, sino también de salvaguardar el carácter público, autónomo y democrático de la universidad. Esto implica levantar la voz ante los intentos de fragmentación laboral, alzar la bandera de la equidad en el acceso a la educación y exigir un financiamiento digno y sostenido para las instituciones de educación superior.
No estamos frente a un simple desgaste coyuntural: se trata de un embate sistémico que busca desarticular los lazos solidarios entre trabajadores, estudiantes y académicos. En este sentido, los sindicatos universitarios son mucho más que organizaciones laborales; son actores políticos y sociales fundamentales en la defensa del derecho a la educación pública y de calidad.
Dentro del sindicalismo universitario, los trabajadores administrativos y manuales enfrentamos desafíos particulares. Somos quienes hacemos que la universidad funcione: mantenemos en pie su infraestructura, operamos sus sistemas, garantizamos sus servicios. Sin embargo, a menudo se invisibiliza nuestra labor, se subestima nuestra profesionalización y se minimiza nuestra aportación al proyecto universitario.Uno de nuestros mayores retos es romper con la noción de que nuestro trabajo es meramente auxiliar o prescindible. La transformación digital, por ejemplo, ha reconfigurado muchas de nuestras tareas, pero también ha generado nuevas formas de sobrecarga laboral, vigilancia y exclusión. La capacitación y la revalorización de nuestras funciones deben ser ejes centrales de la agenda sindical.
El sindicalismo universitario atraviesa una etapa compleja, marcada por tensiones estructurales, presiones presupuestales, cambios tecnológicos acelerados y nuevas formas de organización del trabajo. Aunque las universidades públicas siguen siendo motores de conocimiento y justicia social, en muchos países —incluido México— enfrentan recortes, burocratización, precarización del empleo y discursos que cuestionan su papel social.
En este entorno, el sindicalismo universitario tiene el enorme reto de no sólo defender las condiciones laborales, sino también de salvaguardar el carácter público, autónomo y democrático de la universidad. Esto implica levantar la voz ante los intentos de fragmentación laboral, alzar la bandera de la equidad en el acceso a la educación y exigir un financiamiento digno y sostenido para las instituciones de educación superior.
No estamos frente a un simple desgaste coyuntural: se trata de un embate sistémico que busca desarticular los lazos solidarios entre trabajadores, estudiantes y académicos. En este sentido, los sindicatos universitarios son mucho más que organizaciones laborales; son actores políticos y sociales fundamentales en la defensa del derecho a la educación pública y de calidad.
Retos específicos de los sindicatos del personal administrativo y manual
En tiempos de globalización económica y fragmentación política, el trabajo sindical no puede ser aislado. La afiliación a confederaciones nacionales como la CONTU, y más recientemente, la incorporación a CONTUA, nos permite tejer redes de resistencia, compartir experiencias y construir estrategias comunes frente a desafíos compartidos.
CONTU ha sido un espacio de coordinación nacional fundamental para los sindicatos universitarios mexicanos. Gracias a ella, hemos logrado defender el presupuesto universitario, enfrentar leyes regresivas, frenar intentos de vulnerar la autonomía y dar respaldo a gremios en conflicto. En un país tan diverso y desigual como el nuestro, la unidad entre sindicatos universitarios ha sido clave para sostener conquistas históricas.
Por otro lado, nuestra pertenencia a CONTUA nos inserta en una lucha continental por la defensa de la universidad pública, por los derechos laborales y por la justicia social. En América Latina, los sindicatos universitarios enfrentamos desafíos comunes: reformas neoliberales, desfinanciamiento crónico, criminalización de la protesta. Pero también compartimos una historia de lucha, de solidaridad y de construcción democrática.
Además, muchos de nuestros compañeros laboran con contratos temporales, sin seguridad social plena, sin oportunidades de crecimiento o con esquemas de outsourcing que fragmentan la planta laboral. La defensa del trabajo digno —con estabilidad, equidad y respeto— no puede ser negociable. Como sindicatos debemos garantizar que ninguna reforma institucional pase por encima de nuestros derechos conquistados.
También enfrentamos el desafío de ampliar la participación de nuestros agremiados en la vida sindical. La legitimidad de nuestros liderazgos se fortalece cuando hay base movilizada, informada y crítica. La democratización interna no es un capricho: es la única manera de sostener la fuerza y la coherencia del movimiento sindical.
La importancia del trabajo colectivo sindical en confederaciones nacionales e internacionales
En CONTUA lo tenemos claro: “sin luchas no hay victorias”. Esta consigna no es solo una frase, sino una guía política y ética que nos recuerda que los derechos no se conceden, se conquistan. Es también un llamado a no bajar la guardia, a organizarnos más allá de las fronteras, a resistir desde la cooperación entre pueblos y trabajadores universitarios del continente.
Recordemos que cada derecho que hoy ejercemos fue arrancado con lucha, organización y solidaridad. En el contexto universitario, esa memoria cobra un valor especial: porque defendemos no solo el salario o la jornada laboral, sino el derecho mismo de nuestros pueblos a pensar, a educarse, a transformar su realidad.
Nuestro sindicalismo no es corporativo ni conformista. Es un sindicalismo que abraza la causa de los trabajadores administrativos, manuales, académicos y estudiantiles. Que entiende que la defensa del empleo digno va de la mano con la defensa del conocimiento libre, de la ciencia con conciencia, de la universidad como bien común.
Es importante no solo conmemorar el pasado: renovemos el compromiso con el presente y con el futuro. Seguiremos en pie, con dignidad, construyendo desde lo colectivo, soñando desde lo posible, luchando desde lo justo. Porque como nos enseña la historia, cuando el sindicalismo universitario se une, no solo defiende a sus trabajadores: defiende a la sociedad entera.
La acción colectiva a nivel regional nos permite visibilizar conflictos locales ante organismos internacionales, acceder a experiencias exitosas en otros países y participar en agendas globales como la defensa del trabajo decente, la equidad de género, los derechos de las personas migrantes y la sostenibilidad ambiental en el mundo del trabajo.
Hoy más que nunca, ser parte de una confederación es entender que nuestras batallas no son solo nuestras. Que lo que afecta a una universidad en Jalisco, Nuevo León o Buenos Aires puede anticipar lo que enfrentará otra en Guanajuato o Bogotá. Y que el único camino para resistir es el de la unidad con sentido histórico, identidad obrera y vocación transformadora.